domingo, 27 de mayo de 2012

Ganando independencia (II)


  
Continuo donde lo dejé en la pasada entrada,  centrándome de nuevo en esa mayor libertad que podemos conseguir gracias al ejercicio físico y la increíble sensación que ello produce.

Como dije anteriormente, el deporte me permite comer pequeñas cantidades de hidratos sin tener que recurrir a la insulina pero, ¿Y el efecto que produce en las “grandes” comidas del día?

Algo que todos sabemos, pues es un consejo muy común dado por endocrinos y nutricionistas, es el dividir en cinco las comidas que debemos de realizar al cabo de un día. En la pasada entrada me centré en las que podemos denominar  “menores” y ahora quiero hablar de aquellas más fundamentales; desayuno, comida y cena.

Dado que la cantidad de hidratos será mayor que los refrigerios de media mañana y media tarde y aunque varíe entre ellos tres, estamos hablando de cantidades que superan los 40-50 gramos de hidratos de carbono (HC). Para poner un ejemplo, y situarnos mejor, mi dieta diaria consiste en 80 gramos de HC en el desayuno, 100 gramos en la comida y 40 gramos en la cena. 

Por ello, en esta situación si requiero de insulina pero aquí es donde entra en juego el ejercicio, que gracias a él, la dosis que me pongo es muy inferior a lo que sería si tuviera una vida sedentaria.

De normal, y cosa que he averiguado gracias a conversaciones con endocrinos y con otros diabéticos, la proporción entre unidades de insulina e HC suele ser de 1-1,3 unidades por 10 gramos de HC ingeridos. Pues bien, en mi pretemporada mi dosis suele estar en 0,5-0,6 unidades por cada 10 gramos de HC y en periodo competitivo en 0,8 unidades. 

En verdad, desde fuera no puede parecer significativo, pues el pinchazo es igual solo que difiere en las unidades de insulina. Y aquí es donde vuelve ese sentimiento de mayor independencia del cual hablaba el otro día. Es cierto que la inyección se realiza igual, pero la sensación de que comiendo lo mismo, tienes que ponerte la mitad de la dosis que te pondrías si no practicaras deporte, es indescriptible.

En la dieta que nombré anteriormente, sumando hidratos, serían 220 gramos de HC ingeridos, sin contar almuerzo y merienda. Esos 220 gramos, de no hacer deporte, supondrían una dosis de más o menos, 25 unidades de insulina, en cambio, gracias al atletismo en mí se convierten aproximadamente, en 12 unidades.

Ahora, viéndolo de una manera más global, si es apreciable la diferencia, y en la piel de un diabético, esa reducción tan grande de unidades diarias provoca una enorme satisfacción, pues en mi caso, y como he repetido más de una vez, te sientes más independiente.

También está el caso de la insulina basal, que de las 40 unidades como mínimo que consiste la dosis diaria en un diabético sedentario, en mi caso se convierten en 20 unidades, pues el efecto del deporte aquí también es mayúsculo.

Por todo ello, y aunque sólo es comprensible totalmente y podrán empatizar los compañeros diabéticos que lean esto, invito a que prueben a realizar ejercicio y así, compartan esta sensación de mayor autonomía que gracias al deporte se puede llegar a conseguir.

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