viernes, 10 de agosto de 2012

El debut diabético


Algo en común en la diabetes, es ese primer encuentro con nuestra futura compañera.  A modo de presentación y como un DNI, única e inseparable, la sorpresa puede ser de las más distintas maneras, convirtiéndose con el paso del tiempo en una simple anécdota y según pasan los años, incluso se puede llegara a recordar con cierto cariño.

Pero dado que aquí estamos para hablar del deporte, quiero hablar un poco de lo que supuso para mí esa experiencia.

A modo de resumen, y no entrar en detalles aunque la historia tiene su aquel, pasé algo más de dos semanas con los síntomas característicos (poliuria y polidipsia, es decir, orinar  y beber demasiado respectivamente  y la pérdida de peso) y una vez que ya sentía que mi cuerpo estaba al límite, ingrese en el Hospital Ramón y Cajal, con 10 kilos de menos y con los médicos anunciándome que tenía un valor de 918 mg/dL, y que evidentemente, era diabético.
 
Esta noticia supongo que cada uno se lo tomará de una manera, en mi caso, no me hizo falta mucho tiempo para asimilarla y recuperar las fuerzas para salir de allí y retomar mi vida.


En los casos de niños o adolescentes, pues como sabemos, este tipo 1 es la también llamada diabetes juvenil, el peor trago se lo llevan los padres aunque desde aquí, animo a que con unas mínimas y buenas pautas, se puede llevar una vida absolutamente normal.


También destacar la figura de la educadora en diabetes. Y digo educadora porque en mis pasos por los distintos hospitales, siempre he visto que la enfermera era quien ocupaba tal función, y dado el gran cariño que guardo a quien me presentó por primera vez a la diabetes, digo educadora.
Así, nos encontramos con las primeras pautas a seguir, una enfermedad de la cual habíamos escuchado que existía pero no teníamos idea de lo que es. Se nos enseña a usar el medidor de glucemia, las plumas de insulina, a contabilizar hidratos de carbono, el peligro de las hipoglucemias, etc
.
Y como vemos, sin comerlo ni beberlo, tenemos de un día para otro una enfermedad para toda la vida, que nos impide comer azúcar (aunque esto hace que las hipoglucemias sean más llevaderas al poder aprovechar a comer todos esos dulces “prohibidos”), que para los más mayores ya no puedan beber alcohol (cosa anecdótica pues se suele saltar a la torera) y que ya podemos perder miedos a la agujas, pues el comer y pincharse va a ser nuestro primer mandamiento.

Así, como podemos ver, el cambio es nuestras vidas es mayúsculo, y también para los de nuestro entorno, que se tendrán que familiarizar a ello.

Respecto al deporte y el físico se supone, como he dicho, en mi caso supuso perder 10 kilos, la mayoría de músculo dado que hacía menos de 10 días que había hecho mi marca personal en los 100 m.l. y encontrándome en un gran estado de forma. 

Esto supuso un “reseteo” total haciendo un símil informático, pues esos días últimos antes de ingresar en el hospital, ya tenía que ir en silla de ruedas pues las piernas no respondían. Así, en apenas 15 días, había pasado de la mejor forma física que había tenido a un cuerpo que partía de cero, eso sí, dispuesto a recuperar su forma física.

Como dije al principio, este inicio es común a todos los que cursamos con esta enfermedad, un primer paso que  para cada uno formará su particular historia.

Y a partir de aquí, mucho que aprender y mucho a llevar a cabo, las cuales iré desgranando poco a poco.