miércoles, 25 de julio de 2012

Marcando una hoja de ruta


Por fin puedo darle un descanso al cuerpo, poniendo fin a la temporada y recargar las pilas para septiembre. 

Y ahora ya con más tiempo libre, dispongo de momentos para sentarme y pensar, que durante el resto del año cuesta sacar minutos para hacerlo.

Así, y tras las primeras entradas, las cuales me han servido para ver como funciona todo esto y ver hasta donde podía llegar el blog, me dispongo a dar otro paso. 

Hasta ahora, mis entradas consistían en ideas y consejos que a mi parecer consideraba interesantes para la vida deportiva del diabético, pero sin ningún nexo entre ellas, pues las primeras consistían en ese gran beneficio que nos aporta el deporte que es una mayor independencia y después, hablé de la temperatura y de las pautas de antes del entrenamiento.

Por ello, a partir de ahora y en mis siguientes entradas, voy a establecer una hoja de ruta para darle un poco de orden a todo esto. 

La siguiente entrada abordará  el debut diabético, con todos los cambios en la vida de la persona y cómo adaptarnos a ellos y entonces, a partir de ella, continuaré entrada tras entrada con el objetivo de ganar estabilidad y poder competir de nuevo sin riesgos y al 100%.

Intentaré no dejar ningún cabo suelto, tratando se ser los más genérico y objetivo posible, con el mismo fin de siempre, ser de ayuda compartiendo mis experiencias.

sábado, 7 de julio de 2012

Insulina antes del entrenamiento


Continúo un poco en la línea de la anterior entrada. Si el pasado día hablábamos de esa pauta imprescindible que es el medirse la glucemia antes de entrenar, hoy voy a dar un paso más y hablar del caso en el que tengamos que ponernos alguna unidad de insulina.

Nos podemos encontrar en dos situaciones en las que vamos a requerir de insulina, bien por que vayamos a comer alguna ración de hidratos y el ejercicio posterior no sea suficiente para gastarlo o bien, por que tengamos una hiperglucemia la cual tengamos que corregir.

Así, gracias a la insulina y partiendo de nuestro valor glucémico, podremos obtener esa estabilidad tan buscada sin la aparición de hiperglucemias. 

Esta estabilidad la considero muy importante, pues si no controlamos nuestra glucemia se puede dar el caso de llegar con altos valores a la cena, teniéndolo que corregir de todas formas. Por ello, evitaremos ese mal menor y no saldremos del intervalo que suponen los valores correctos.

Para empezar, deberemos de tener en cuenta el trabajo que vayamos a hacer. El trabajo aeróbico supondrá una dosis menor que si nuestro entrenamiento fuera anaeróbico. Así, si vamos a comer o simplemente vamos a corregir nuestros valores, las unidades variarán en función de la característica del entrenamiento.

También deberemos de tener en cuenta la temperatura, pues las altas temperaturas pueden producir una activación mayor de nuestro cuerpo, requiriendo menos insulina.

En cuanto la zona en las que nos vamos a poner las dosis, mi opinión es que es muy subjetiva. Yo siempre aconsejo probar con unos mínimos de precaución. 

Sabido es que los médicos recomiendan no inyectarse insulina en zonas que vayamos a ejercitar, pero entre que ya de por sí las zonas están limitadas pues en mi caso, brazos y piernas no tengo apenas tejido graso, y que voy a usar todos los grandes musculares, no podría usar ningún sitio.

Así, yo recomiendo usar el sitio habitual, que en mi caso es la zona abdominal y nunca he sentido peligro por usar tal zona aunque seguido vaya a entrenar.

Otra zona que se podría recomendar es el glúteo, dado que ahí la cantidad de tejido graso es mayor que en otras zonas.

Pero como siempre digo, la mejor opción es probarse siempre con cuidado de no producirnos una hipoglucemia.

Para finalizar, tengo que reconocer que al principio, tenía miedo de no dejar un intervalo de más de dos horas entre pincharme y entrenar por poder sufrir una bajada glucémica y fue mi endocrino el que me animó a probar. 

Una vez decidí dar el paso, pues el madrugar para desayunar dos horas antes de las sesiones de mañana no era mucho de mi agrado, vi que se puede hacer y que con un poco de cabeza y conociendo tu cuerpo, no hay ningún peligro. 

Así, gracias a este método, he conseguido que a las cenas llegue con la glucemia correcta y que si tengo que entrenar por las mañanas, no me pegue el madrugón para desayunar.