Apurando que los días más
calurosos del verano se van despidiendo, el pasado fin de semana me dispuse a
hacer junto 4 amigos una ruta por el Rio Fraile, en la localidad valenciana de
Bicorp.
El plan consistía en
descender el cauce del rio, con los desniveles y saltos que se nos fueran
presentando, hacer una parada al mediodía para comer y subir a contracorriente
a la vuelta. Además de envolver
bien los bocadillos con papel de film, bolsas y
todo el armamento que se nos pudiera ocurrir para que la comida llegara seca,
en mi caso se presentaba un reto extra, que no era otro que preparar bien todo
el material relacionado con la diabetes (medidor, insulina, agujas, azúcar,…)
para que no supusiese ningún obstáculo mi inseparable compañera.
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Así, de nuevo con el papel de film, cogí pluma, agujas y medidor, envolviéndolos bien y metiéndolo en dos bolsas, lo cargamos a la mochila con los bocatas y nos dispusimos a partir hacia Bicorp. También hice dos packs con azucarillos para que en caso de hipoglucemia, tener reservas a mano.

Nada más llegar, y antes
de iniciar la aventura almorzamos, en mi caso, 7 raciones para las cuales me
puse 2 unidades de insulina con una glucemia de 176 mg/dl. El saber que el
esfuerzo iba a ser intenso y prolongado, hizo que la proporción
unidades/raciones fuera menor que la relación que uso normalmente.
El disfrute fue mayúsculo,
maravillados con el paisaje y aunque sufrimos al principio por la temperatura
del agua, rápido nos aclimatamos. Andar y nadar por el cauce, saltar, rápel por
cascadas y pequeñas escaladas entre las rocas se intercalaba con los fascinados
que estábamos por la flora y el lienzo que nos estaba regalando el Rio Fraile.
El fin del descenso
llegaría sobre las 13:00, y comenzamos a desenvolver los bocatas con la
incertidumbre de si habían llegado sanos y salvo, y sobre todo, secos. La
novatada la tuvo uno de nosotros, que no tuvo tanta suerte y el agua si llegó
al pan, convirtiéndolo en comida para
peces. En mi caso, tanto el bocadillo
como el pack del material diabético estaba seco, con el alivio correspondiente.
Así, tras medirme la glucemia (123 mg/dl) me puse la dosis que consideré
oportuna teniendo en cuenta que al acabar la comida, estaba la vuelta
pendiente, por ello, para 12 raciones me puse 4 unidades.
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La vuelta se nos hizo más
corta dado que el camino ya era conocido, y aún con la dificultad de subir por
las cuerdas en los sitios de mayor desnivel, a las 15:00 estábamos de nuevo en
los coches y yo comprobando que la glucemia fuera la correcta, y así fue, con un
valor de 91 mg/dl.

Así, acabamos muy
contentos con la experiencia, con ganas de repetir y de probar nuevas rutas, y
animo a todos a probarla, pues merece la pena disfrutar del paisaje y hacerlo
de este modo.
Además, mi satisfacción tenía un añadido, dado que en ningún momento la diabetes se convirtió en obstáculo, pues con una buena planificación y con cuidado, se puede hacer cualquier tipo de actividad sin límites y con toda la normalidad del mundo.
Además, mi satisfacción tenía un añadido, dado que en ningún momento la diabetes se convirtió en obstáculo, pues con una buena planificación y con cuidado, se puede hacer cualquier tipo de actividad sin límites y con toda la normalidad del mundo.
Fotos sacadas de : http://www.senderoxtrem.com/foro/index.php?topic=2400.0 donde se puede consultar más información sobre la ruta.